Maria acomete las semifinales de Wimbledon 2004 con el turbo puesto. Pero ante ella se encuentra la gigante y gran pegadora Lindsay Davenport, una de las mejores jugadoras del momento. Los periodistas del ramo consideran en general que la bella siberiana, revelacion del torneo, ya ha llegado a su punto y final en el verde tapiz londinense. Pero Maria es una fiera sobre la pista. Y las fieras no se detienen.
Como le sucedio con Sujiyama, Maria comienza su encuentro ante Davenport perdiendo(2-6 en el primer set), pero despues remonta y se repite casi la misma historia de cuartos, con resultados muy parecidos. Maria desborda y accede a su primera final de Grand Slam al derrotar a la cañonera estadounidense por 7-6 y 6-1 en los sets siguientes.
Y en la final espera la gran favorita: Serena Williams. Que igual no se toma muy un serio a una rival de 17 años, casi recien llegada a la WTA. Lo paga caro. Maria es un huracan en la central de Wimbledon, pega como si iniciara una guerra ruso-americana por su cuenta y riesgo y lleva a la gran jugadora de Brooklyn contra las cuerdas. Alli le propina un reparto de golpes, subidas a la red, juego espectacular e inconsciente de la juventud, que salda la final a su favor: 6-1, 6-4.
Y nace un mito, la gran esperanza blanca para la publicidad del tenis... y la publicidad en general. Maria es una mina para muchos. Y ella comienza a labrarse un palmares fenomenal.
Como le sucedio con Sujiyama, Maria comienza su encuentro ante Davenport perdiendo(2-6 en el primer set), pero despues remonta y se repite casi la misma historia de cuartos, con resultados muy parecidos. Maria desborda y accede a su primera final de Grand Slam al derrotar a la cañonera estadounidense por 7-6 y 6-1 en los sets siguientes.
Y en la final espera la gran favorita: Serena Williams. Que igual no se toma muy un serio a una rival de 17 años, casi recien llegada a la WTA. Lo paga caro. Maria es un huracan en la central de Wimbledon, pega como si iniciara una guerra ruso-americana por su cuenta y riesgo y lleva a la gran jugadora de Brooklyn contra las cuerdas. Alli le propina un reparto de golpes, subidas a la red, juego espectacular e inconsciente de la juventud, que salda la final a su favor: 6-1, 6-4.
Y nace un mito, la gran esperanza blanca para la publicidad del tenis... y la publicidad en general. Maria es una mina para muchos. Y ella comienza a labrarse un palmares fenomenal.
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